#Prendascon historia: el exotismo del Katfán que conquistó occidente
Con el buen tiempo, el caftán (o Kaftán) sale del armario para coronarse como una de las prendas más cómodas del verano. Se trata de una prenda que nació con formato unisex, pero que gracias a su exotismo y estilo bohemio, ha terminado por conquistar a las mujeres de todo el mundo.
Una prenda fresca y versátil que nos acompaña desde tiempos lejanos y que cada cierto tiempo gana y pierde protagonismo; sin llegar a dejarnos en ninguna temporada estival. Hoy en día, casi entendemos por kaftan a casi cualquier tipo de túnica, desvirtuando el nombre persa original, pero un verdadero kaftán es una túnica larga de corte estrecho con mangas completas, con cuello abierto profundo o completamente abierto.
Hoy repasamos los puntos más interesantes de la historia y la evolución del Kaftán para entender cómo ha pasado de ser una prenda tradicional persa o marroquí a una prenda de tendencia que muchas consideran, incluso, un básico de todo armario. De hecho, se considera una prenda clásica del estilo hippy chic.
El kaftán y su origen exótico
El caftán tiene su origen en Mesopotamía, como una prenda de vestir turca, sin mangas ni cuello, hasta los tobillos muy común; se fabricada en tejidos ligeros para el verano y en terciopelo para el invierno. Podía adornarse con algunos elementos como cinturones para dar un toque personal. También podían incluir otros detalles según el momento y la clase social, como hilos de plata o bordados en oro, chalecos de seda o lazos.
No obstante, con el paso del tiempo el caftán se convirtió en un símbolo de la moda marroquí; gracias a los cuales poco a poco, la prenda fue extendiéndose a lo largo del globo. Hoy en día, rara es la firma, especialmente de alta costura, que no incluya un kaftán entre sus colecciones de verano; eso sí, con formatos tan diversos que a veces distan mucho del concepto original.
Se puede decir que el Caftán fue introducido en el norte de África por los conquistadores árabes. No obstante, como comentábamos, fueron los marroquíes quienes comenzaron a comercializarlos en Europa; especialmente a través de negocios con el Rey de Portugal de la época, Sebastián.
En España, se cuenta que se extendieron gracias a la música ziryab del siglo IX que tuvo gran popularidad en los palacios de lo que hoy es Andalucía.
Los sultanes otomanos de los siglos XIV al XVIII popularizaron el kaftán como una prenda lujosa para las grandes ocasiones; en este caso fabricándolo en satén, seda o terciopelo. En cualquier caso, el kaftán se puede hacer de casi cualquier tela aunque la mayoría están compuestas por seda, lana o algodón.
El éxito del catfán
El kaftán fue extendiéndose principalmente entre los climas cálidos que podías disfrutar de las ventajas de la prensa. No en vano, el kaftan es una prenda en la que se consigue una gran ventilación, lo que ayuda a reducir la temperatura corporal y permite incluir diseños y bordados que hacen de cada catfán una pieza única con estilos muy diferentes.
En Europa, los kaftanes se utilizaron con timidez durante el siglo XIX, especialmente por los viajeros excéntricos que ese traían una parte de la cultura oriental exótica durante distintas expediciones. Por su parte, en Norteamérica, el boom del kaftán llegó en la década del 20, gracias a los inmigrantes de ciudades como Estambul, El Cairo, Shanghai y Casablanca que traían ese carácter exótico a las calles de la ciudad.
Poco a poco, los diseñadores se fueron fijando en la prenda, hasta que, unas décadas más tarde, Christian Dior presentó el primer diseño moderno de caftán con gran acogida. De hecho, coincide con los años en los que Frida Kahlo comenzaba a incluirlo como parte de su personalidad. El gran hito llega con Yves Saint Laurent a finales de los 60; la acogida fue tan intensa que actrices como Grace Kelly, Jacqueline Bisset o Catherine Deneuve se sumaron a la moda de los caftanes, desarrollando ese corte boho chic que llega hasta nuestros días.
La caída y vuelta del caftán
Como es lógico, en este punto la alta costura, especialmente la francesa, comenzó a experimentar con la prenda con gran popularidad entre los años 50 y 60. Así, Christian Dior y Balenciaga plantearon la prenda como un vestido de noche holgado o una túnica sobre pantalones; alejándolo de ese primer concepto de Dior para que fuese una prenda tanto de uso diario como nocturno.
La prensa, con medios tan prestigiosos como Vogue, se interesaron en la prenda y tal fue su popularidad que Elisabeth Taylor lo utilizó como traje de novia a finales de los 60.
A mediados de la década de 1970 se produce un desuso de la prenda, alejándose de la alta costura y encontrando espacio en moda de menor “prestigio”. Habría que esperar a la llegada del minimalismo y la estética más desenfrenada de los 90 para que el caftán volviese a cobrar auge; especialmente gracias a Tom Ford en 1996, convirtiéndolo en un must have del verano con un toque sexy al ser acortado en longitud que gustó mucho entre el público.
En general, fueron años en el que la moda oriental volvió a cautivar las pasarelas y el caftán era la prenda perfecta para aunar moda y exotismo oriental.