Piel con Rosácea, cómo reconocerla
La rosácea es una afección de la piel por la cual se genera una inflamación crónica de la piel; conlleva un problema adicional como es el fallo en la barrera cutánea de la piel que protege de las agresiones externas. Las pieles que sufren de rosácea deben seguir algunos consejos para mantener la piel en el mejor estado de salud posible ya que, actualmente, no están confirmadas las causas que lo provocan aunque se cree que influyen factores nerviosos, inflamatorios y vasculares, además de las causas genéticas (hasta un tercio de los pacientes tienen antecedentes en la familia con pieles con rosácea). Incluso, en la actualidad se estudia la posibilidad de que esté provocado por algunos tipos de seres vivos como tipos concretos de ácaros.
Los factores que desencadenan las reacciones agresivas en la rosácea son también muy diversos, aunque comúnmente se entiende que la luz solar, el frío, el viento, alimentos picantes o calientes en exceso, así como el alcohol o el estrés son algunos de los factores principales que desencadenan el brote. En las pieles con rosácea la respuesta inmune está aumentada, lo que provoca que las reacciones ante estas agresiones sean mayores de lo habitual, incluso causando mayor enrojecimiento por los cambios de flujo sanguíneo antes comentados.
En cuanto a cómo se reflejan los síntomas sobre las pieles con rosácea, cabe destacar que de forma habitual, la mayor parte de os casos comienzan con afecciones en el rostro, concretamente en mejillas, nariz, frente y mentón, aunque puede haber casos en los que se extienda al cuello o, incluso, a la parte superior del tórax. En las zonas afectadas, habitualmente encontramos enrojecimiento, dilataciones vasculares, granos rojos o pápulas, pústulas e inflamación como afecciones principales, acompañados habitualmente de una incómoda sensación de ardor, llegando a causar descamación en las zonas afectadas.
Como es lógico pensar, las pieles con rosácea deben tener mucho cuidado con los productos cosméticos que se aplican porque a menudo pueden sufrir reacciones indeseadas. Especialmente si padeces piel con rosácea debes evitar productos jabonosos o con alto contenido graso, tanto en cosmética como en maquillaje. En su lugar, es mejor elegir productos de textura ligera, pero altamente hidratantes para aliviar la sensación de tirantez habitual en este tipo de pieles. De igual modo, se sabe que el sol afecta a las pieles con rosácea porque favorece el proceso de inflamación y enrojecimiento por la luz ultravioleta.
Actualmente, existen cuatro tipo de rosáceas, según una clasificación oficial del 2002, donde se dividen los síntomas para su tratamiento (algunos pueden combinarse como en el caso de la afección ocular): eritemato-telangiectásica (ardor, rubor más de 10 minutos, escozor, eritema en la zona central del rostro), Pápulo-pustulosa (la más común con ganitos rojos y pústlas, además de la rojez y la inflación), Fimatosa (poros muy abiertos con tapones de sebo, superficie de piel rugosa, engrosamiento de la piel, etc.) y Ocular (afecta a la zona del ojo, con hipersensibilidad a la luz, escozor y picor de ojos). Su diagnóstico es importante para aplicar el tratamiento adecuado, ya que, por ejemplo, hay veces que se confunde la rosácea con un brote acnéico, pero dista en otros síntomas.
Como en cualquier afección de la piel, el mejor tratamiento es la prevención para evitar en la medida de los posible las consecuencias sobre ella. El primer consejo que reciben las personas con rosácea es evitar los factores desencadenantes, utilizando productos con alto nivel de protección solar y y texturas suaves. En el momento en el que se tiene el brote, se deben seguir las recomendaciones de un profesional experto en la materia, ya que no es de extrañar que se receten productos antibióticos, antiparasitarias o antiácaros (normalmente en crema), incluso pueden recomendar el uso de luces led o láser para controlar y tratas las afecciones.