Aprendiendo a canalizar emociones
A menudo la rutina nos deja inmersos en una especie de burbuja emocional que no siempre es sencillo manejar. Desde emociones negativas, hasta positivas, aprender a manejar las reacciones físicas que nos hacen aflorar es básico para una vida en armonía con el entorno. Como explican desde FREMAP:
“regular las emociones significa modificar nuestra experiencia emocional respecto a su intensidad, forma y duración, haciendo que sea más fácil relacionarnos con los demás y con nosotros mismos”.
Hay muchas formas de canalizar las emociones por lo que hoy veremos algunos trucos para convertir una emoción que se nos va de las manos en una experiencia positiva o menos dañina.
Trucos para cambiar de actitud
A menudo nos sumergimos en una espiral que no nos permite salir de nuestras emociones. Cambiar la actividad que se está realizando es una buena ayuda para evitar que ciertas emociones se sigan intensificando.
Por ejemplo, una persona puede alejarse de una situación y no volver a ella hasta volver a estar centrado como el famoso “cuenta hasta 20 antes de actuar” o “planificar otras tareas” que nos ayuden a distraernos para disminuir las sensaciones que produce la situación.
También los expertos recomiendan realizar ejercicio moderado para aumentar la sensación de bienestar, pero la realidad es que hay vida más allá del deporte y lo importante de este punto es encontrar una actividad que te ayude realmente a desconectar como leer, pintar o escuchar música.
Una forma de calmar las emociones es imaginarnos situaciones vividas o que nos gustaría vivir intentando visualizar todo tipo de detalles para ayudarnos a centrarnos en esa emoción positiva. De hecho, muchos profesionales recomiendan hacer balance al final del día para centrarnos en los momentos positivos, desde una broma a una situación absurda que nos ha hecho gracia, siempre se trata de compensar el malestar con positividad, no hace falta que sean grandes cosas (por ejemplo, la sonrisa de tu hijo al llegar a casa o ese baño relajante que no puede faltar en tu semana).
Cambio emocional antes de tomar la decisión
Cuando sufrimos ansiedad o depresión no estamos capacitados para tomar decisiones despejadas. Por eso, cuando te sientas bloqueada lo mejor es no tomar decisiones. Lo sentirás porque tu cuerpo comienza a tener reacciones que no son normales, esa sensación de bloqueo, ese saltar a la primera, etc.
En estos casos lo mejor es frenar en seco y dejar la decisión para más adelante.
Cuando observamos que esa emoción se reduce, podemos volver a retomar el asunto para intentar buscar una mirada externa, más razonada y que nos permita considerar todos los aspectos que se nos plantan por delante.
No obstante, siguiendo esa técnica del semáforo, los expertos recomiendan que hasta no ver las cosas de forma clara y sin resquicios de la emoción que nos bloqueaba no debemos tomar decisiones en el asunto en cuestión, algo que por tiempo no siempre es posible. En esa fase verde debemos ser capaces de ver con un punto de vista distintos y más amplio los aspectos que pudimos discernir cuando el malestar comienza a descender, lo que sería pasar de un semáforo en ámbar al verde.
Manejando emociones
Existen una serie de consejos para manejar distintos tipos de emociones que hoy recogemos aquí y que han sido preparadas por FREMAP por su equipo especializado para sus manuales de prevención. A saber:
Manejar el miedo
- Analizar cuál es la causa de nuestro miedo, valorando si está basado en evidencias o son pensamientos y falsas creencias que nos limitan.
- Compartir nuestros miedos con alguien especial, dado que esto puede aportarnos un punto de vista diferente que nos ayude a enfocarlo mejor y a relativizar su impacto.
- Minimizar su importancia, valorando lo que realmente supone y qué podemos y no podemos hacer, en función de nuestras capacidades, en lugar de en relación con nuestros temores.
- Aceptarlo. Todos tenemos derecho a sentir miedo. Ser prudentes y cautelosos con aquello que es nuevo o nos asusta puede ayudarnos a poner atención y hacer las cosas bien.
Manejar la tristeza
- Hablar con los demás, expresar a algún amigo, familiar o compañero lo que sentimos. En muchas ocasiones, ver las cosas desde otro punto de vista ayuda a generar soluciones y a desdramatizar.
- Pensar en cosas positivas que sí tenemos y hemos conseguido, focalizándonos en otros aspectos positivos para poder relativizar nuestros problemas.
- Establecer nuevas metas: aprender a aceptar que la vida no es como a nosotros nos gustaría y que podemos encontrar muchos otros caminos que nos hagan felices.
- Buscar actividades positivas que nos proporcionen pequeños momentos de satisfacción.
- Cuando estamos tristes, tendemos a encerrarnos en nosotros mismos y a evitar cualquier situación agradable que en otro momento nos gustaría (por ejemplo, salir, quedar con amigos, ir al cine, hacer deporte, etc.). Retomarlas es un paso importante para seguir adelante
Manejar la ira
- Detenerte cuando “el semáforo está en rojo”, respirando profundo y evitando actuar precipitadamente de una forma de la que probablemente te puedas arrepentir después.
- Descargar el exceso de tensión con otras actividades y no con los demás (manualidades, deporte, etc.).
- Comprender qué es lo que ha causado el enfadado y por qué te has sentido tan mal; es un paso fundamental para saber qué posibles soluciones tenemos.
- Hablar pausadamente con la persona que nos ha hecho daño, intentando explicar honestamente y sin herirle, cómo nos hemos sentido.
- Buscar qué es lo que está en tu mano para solucionar el problema.
- Manejar la alegría
- Guardar esos momentos (con imágenes mentales, fotos, recuerdos, etc.) para poder acudir a ellos y recordar el bienestar que te produjeron en momentos en que lo puedas necesitar.
- Compartir con los demás tu alegría.
- Buscar pequeños momentos de satisfacción; es importante no acudir sólo a la gente cuando nos encontramos mal.
- Aprovechar la fuerza que ha generado la alegría para contagiarla y ayudar a los demás.
- Ser cautelosos con el exceso de alegría, con la euforia y con las decisiones que se puedan tomar cuando estamos “poseídos” por ella.
Nadie tiene la clave exacta para canalizar tus emociones, al igual que nadie te conoce mejor que tú misma, no obstante siempre es bueno que nos recordemos a nosotras mismas que nuestra actitud lo es todo ante la vida.