#Entrevista La poesía de las flores: entrevista con Gemma Arroyo de Dorae and Co, flower designer que transforma emociones en arte natural

En un mundo donde lo efímero se vuelve cada vez más valioso, hay quienes encuentran en las flores no solo belleza, sino también un lenguaje profundo y universal. Detrás de cada ramo, de cada instalación floral cuidadosamente compuesta, hay una historia, una emoción, una intención.
Hoy nos adentramos en el universo creativo de Gema Arroyo de Dorae and Co, flower designer, que no solo diseña con flores, sino que dialoga con la naturaleza para crear experiencias sensoriales únicas. Hablamos con ella sobre inspiración, sostenibilidad, emociones y el arte de dejar huella con algo tan delicado como un pétalo.
Pregunta. Trabajas tanto con flores frescas como con flores preservadas, ¿cuáles son las principales diferencias entre ambas a la hora de trabajar con ellas y qué debe tener en cuenta el cliente antes de decantarse por unas u otras?
R. Ambas tienen un alma distinta, y eso se nota en cómo se trabajan y en lo que transmiten. Las flores frescas son efímeras, intensas, como un suspiro de belleza que se entrega por completo y luego se desvanece. Son perfectas para celebraciones únicas, donde la frescura y la fragancia son esenciales, y donde el momento es tan importante como la duración. Las flores preservadas, en cambio, tienen algo de hechizo. Conservan su forma y color durante mucho tiempo, como si atraparan la estación en la que fueron recolectadas. Son ideales para regalar emociones que perduran, para decorar sin preocuparse por el paso del tiempo, o para espacios donde no hay luz natural suficiente.
A la hora de elegir, el cliente debería pensar en la intención: ¿quiere sorprender con algo vibrante y fugaz o regalar algo que perdure en el tiempo? Ambas opciones son hermosas, pero hablan un lenguaje diferente.
P. ¿Crees que el uso de flores preservadas ha cambiado la forma en que las personas experimentan los arreglos florales?
R. Sí, completamente. Las flores preservadas han democratizado la floristería artística, permitiendo que muchas personas puedan disfrutar de una composición floral durante meses o incluso años, sin renunciar a la estética y la emoción que una flor despierta. Además, han abierto un camino nuevo para crear piezas más conceptuales, más pausadas, que no están condicionadas por la inmediatez.
También han traído consigo una nueva conciencia: la de valorar las cosas que perduran, de buscar la belleza sin prisas. En un mundo acelerado, poder contemplar una flor que sigue intacta con el paso del tiempo es casi un acto de rebeldía poética.
P. Como diseñadora floral de Dorae and Co, no se trata solo de la planta, sino del arte y el concepto que escondes en cada trabajo. ¿Qué historia o emoción buscas transmitir a través de tus composiciones florales?
R. Cada composición es una especie de carta sin palabras. Me inspiro mucho en la naturaleza salvaje, en los paseos por el bosque, en los jardines olvidados. Busco transmitir una sensación de calma, de intimidad, como si quien recibe el ramo pudiera cerrar los ojos y oler la lluvia en la tierra o sentir el crujido de las hojas bajo los pies.
Trabajo con la intención de emocionar, de crear un vínculo invisible entre quien regala, quien recibe y la flor misma. A veces es nostalgia, otras veces es alegría serena o simplemente un gesto de amor silencioso. Para mí, eso es lo más valioso.
P. ¿Cómo influye la naturaleza y el cambio de estaciones en tus diseños y procesos creativos?
R. Totalmente. Mi trabajo está muy ligado a los ritmos naturales. En primavera todo se llena de ligereza, colores suaves y brotes. En otoño busco tonos más cálidos, estructuras más texturizadas. Me dejo guiar por lo que ocurre fuera del taller: la luz, el aire, los cambios sutiles en las ramas de los árboles.
Cada estación trae consigo un estado de ánimo distinto, y me gusta que eso se refleje en las piezas que creo. No hay dos estaciones iguales, igual que no hay dos encargos iguales.
P. ¿Qué tendencias ves actualmente en el diseño floral y cómo las adaptas a tu estilo personal?
R. Veo una vuelta muy fuerte hacia lo orgánico, lo asimétrico, lo imperfecto. Se busca cada vez más lo silvestre, lo que parece salido directamente del bosque o de un jardín inglés con vida propia. Y eso encaja de lleno con mi lenguaje floral.
También hay una creciente preocupación por la sostenibilidad, y eso me alegra profundamente. En mi caso, trabajo con flores de temporada siempre que puedo, reduzco el uso de espuma floral y opto por bases reutilizables o naturales. Las tendencias me inspiran, pero siempre las paso por el filtro de mi esencia: naturaleza, emoción y elegancia atemporal.
P. El papel de una diseñadora floral va mucho más allá que interpretar ideas, ¿Qué papel juegan las emociones y la intuición a la hora de componer un ramo o instalación floral?
R. Lo son todo. Para mí, una flor no se coloca simplemente por estética, sino por lo que evoca. Hay un diálogo silencioso entre lo que siente el cliente y lo que percibo entre líneas. La intuición me guía a la hora de elegir colores, formas, silencios.
Un ramo puede ser una celebración, una despedida, un “te echo de menos” o un “te acompaño en el alma”. Y cada emoción tiene su ritmo, su composición. Ahí es donde entra la intuición, que no siempre responde a la lógica pero nunca se equivoca.
P. ¿Qué elementos consideras esenciales para lograr una composición floral equilibrada y visualmente impactante?
R. El equilibrio no siempre es simetría. Para mí, una buena composición necesita ritmo visual, contraste de texturas, una paleta cromática coherente y algún pequeño “accidente” que la haga vibrar. Me gusta jugar con lo inesperado: una ramita torcida, una flor que parece escaparse del conjunto.
Y sobre todo, autenticidad. Cuando una composición está hecha desde la emoción y el respeto al material, eso se nota. No necesita artificios.
P. Nos encantaría conocerte un poco más, ¿Cómo y cuándo nace la idea de Dorae and Co? ¿Qué fue lo que te impulsó a ponerla en marcha?
R. Dorae and Co nació como una necesidad vital. Después de años buscando mi sitio, entendí que solo florezco cuando estoy cerca de la naturaleza y la creatividad. Las flores fueron apareciendo poco a poco, como quien encuentra un lenguaje propio.
El nombre es un pequeño homenaje a mi infancia, a mi familia, a los paseos por el campo. Dorae tiene algo de secreto, de raíz. Y el “and Co” habla de todas las personas que me han acompañado y me acompañan en este viaje. Es un proyecto personal, pero también colectivo.
P. Y desde el punto de vista de tu trabajo, ¿cuál es tu proceso creativo desde que recibes un encargo hasta que entregas el diseño final en Dorae and Co?
R. Primero escucho. Intento comprender qué quiere comunicar la persona que hace el encargo. Luego visualizo: colores, formas, atmósferas. A veces lo dibujo, otras veces lo siento muy claro en la cabeza.
Después viene la parte más sensorial: seleccionar las flores, tocar, oler, probar combinaciones. Me dejo llevar mucho por la intuición y por el material que tengo entre manos. Y cuando ya está todo en su sitio, llega la entrega: un momento siempre especial, porque es cuando la emoción cambia de manos.
P. ¿Cuál ha sido el proyecto floral más desafiante o especial que has realizado hasta ahora y por qué?
R. Uno de los más especiales fue una instalación silvestre para una boda en un invernadero. Querían que pareciera que el bosque había entrado por las rendijas y tomado el espacio. Fue un reto por la escala, por la logística y por la atmósfera que debía transmitir.
Pero también lo recuerdo con mucho cariño porque pude trabajar con plena libertad creativa. Convertimos un lugar ya bonito en un pequeño cuento vegetal. Esa es la magia de las flores: transformar.
P. ¿Qué papel juega el color en tus creaciones y cómo decides la paleta cromática de un diseño con Dorae and Co?
R. El color es emoción pura. A veces elijo una paleta por lo que quiero transmitir: calma, calidez, nostalgia, frescura… Otras veces es una flor concreta la que manda, y a su alrededor construyo todo lo demás.
No me gustan las combinaciones obvias. Prefiero los matices, las armonías suaves, los tonos que se funden entre sí como en un cuadro antiguo. El color, para mí, tiene que sugerir más que imponer.
P. En un mundo donde el equilibrio y la sostenibilidad cada vez son más importantes, ¿Cómo equilibras la estética con la sostenibilidad en tus creaciones florales de Dorae and Co?
R. Es un compromiso que tengo muy presente. Intento que cada decisión, por pequeña que sea, sume en esa dirección: evitar plásticos, reutilizar estructuras, trabajar con proveedores locales o de cercanía siempre que puedo, no desperdiciar material.
La sostenibilidad también es emocional: crear con respeto, sin excesos, desde la conciencia. Y demostrar que se puede hacer belleza sin dañar lo que nos rodea.
P. ¿Cuál es la misión principal que persigue Dorae and Co y qué valores son los pilares del proyecto?
R. Dorae and Co nació para emocionar y conectar. Mi misión es transformar flores en puentes: entre personas, entre memorias, entre naturaleza y arte. Los pilares son tres: autenticidad, sensibilidad y sostenibilidad. Cada diseño que creo está atravesado por estos valores, que son también los que me definen como persona.
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P. ¿Tienes alguna flor que represente tu personalidad o tu filosofía de diseño?
R. Diría que el astrantia. Tiene algo discreto y mágico a la vez. No es la flor que más llama la atención, pero cuando la descubres, no puedes dejar de mirarla. Me gusta por su ligereza, su elegancia silvestre, su forma casi estelar.
Es una flor que parece salida del bosque, pero con alma de poema. Como mi forma de ver la vida y de crear.
P. En este sentido, ¿Qué flores consideras “infravaloradas” en el mundo del diseño floral y por qué te gusta trabajar con ellas?
R. Me encanta trabajar con flores de campo: achillea, scabiosa, tanacetum. A menudo se consideran “menores” porque no son protagonistas, pero tienen una textura y un movimiento únicos.
Me atraen porque cuentan historias que otras flores no pueden. Son humildes, pero llenas de matices. Y me permiten crear composiciones con alma, no solo con belleza.
P. Por último, ¿tienes algún truco o consejo especial para cuidar y alargar la vida de un diseño floral, sea natural o preservado?
R. Para las flores frescas: agua limpia cada dos días, cortar los tallos en diagonal, y mantenerlas alejadas de fuentes de calor o luz directa. Son como pequeñas criaturas vivas, y hay que mimarlas.
Para las preservadas: evitar la humedad y la luz solar directa, no mojarlas ni aplastarlas. Son eternas, pero también delicadas. Con un poco de cuidado, pueden seguir contando historias durante años.