¿Qué ocurre cuando hablamos de estrés en la piel?
El estrés que sufrimos durante el día a día, tanto por la polución o el clima como por nuestros propios hábitos de vida, afecta a la salud de nuestra piel y genera un desgaste que se traduce en distintas afecciones de la piel, así como un envejecimiento prematuro. El estrés en la piel daña el sistema inmune y limita la función celular, produciendo desequilibrios que en algunos casos podemos controlar y en otros no.
Si bien incluir potentes antioxidantes en nuestra dieta nos ayudará a controlar el daño causado por estrés, los síntomas deben tratarse si se pretende evitar una reacción en cadena cuyo único posible resultado es el envejecimiento prematuro. Hoy descubrimos más sobre esta condición de la piel que se conoce como uno de los grandes males de la piel urbana.
¿Cómo se produce el estrés en la piel?
El estrés se ve afectado por factores externos e internos, como la exposición de la piel al sol, a la contaminación, el tabaquismo o el desequilibrio hormonal causado por las diferentes etapas de la vida y enfermedades. Un cóctel que daña el delicado equilibrio de la piel y rompe sus defensas naturales.
Las afecciones asociadas al estrés de la piel tienen distintos síntomas como irritación, picor e inflamación, así como un desequilibro en la secreción de sebo o consecuencias derivadas como la sensibilidad, la sequedad, las arrugas, una tez apagada o falta de luminosidad y, en general, un envejecimiento prematuro de la piel.
Por este motivo, la piel se vuelve vulnerable ante las afecciones dermatológicas, de forma que se dan alteraciones en la salud de la piel como la pérdida de agua transepidérmica (TEWL) que produce sequedad e irregulariza la barrera de defensa natural de la piel, reduciendo también la capacidad de retención de agua del estrato córneo lo que conduce a la sequedad y aparición de líneas de expresión, alterando la creación de colágeno y causando una pérdida de elastina.
Uno de los factores más importantes del estrés oxidativo es el generado por la exposición diaria a la radiación UV-A, UV-B, IR (infrarroja) o HEV (Luz azul que proviene de pantallas digitales). Cada uno estresa la piel de un modo distinto, por ejemplo la radiación IR representa más del 50% de la radiación solar y cataliza los procesos de envejecimiento, conduce a la formación de ROS (Especies Reactivas del Oxígeno) y causa daños extensos en la piel como inflamaciones, edemas, deshidratación o arrugas.
Reacción en cadena del estrés en la piel
El estrés afecta, como hemos dicho, a muchos niveles y el principal hándicap es que produce una reacción en cadena de la que es complicado salir. Veamos muy resumidamente en qué consiste esa reacción en cadena causada por el estrés.
El ciclo se inicia con esa agresión compuesta por tensiones externas e internas, lo cual produce un desgaste de la barrera natural de defensa de la piel, de forma que se altera el funcionamiento óptimo de las células provocando, por ejemplo, deshidratación, entre otros síntomas.
Esto conduce a un daño en la piel que se refleja en síntomas como la sequedad, siguiendo el ejemplo anterior o la rotura de las fibras de colágeno. Cuando esto sucede se generan unos síntomas visibles en la piel como los que mencionábamos al principio (irritación, rojez, sequedad, envejecimiento prematuro, etc.) que dan lugar a afecciones visibles.
Dichas afecciones o imperfecciones no hacen más que agravar el daño sufrido por la piel generando más estrés en la que piel, lo que cierra el círculo al generar más tensión y acrecentar, por tanto, las imperfecciones.
Síntomas más comunes del estrés en la piel
La piel estresada tiene múltiples formas de hacerse notar, pero en general hay algunos síntomas clave para determinar que es el momento de poner solución al estrés que sufrimos diariamente en la piel.
- Inflamaciones y rojeces: la piel estresada puede causar procesos inflamatorios en la piel y síntomas cutáneos como el prurito. El estrés favorece la inflamación de la piel, dando lugar a la irritación y vulnerabilidad ante las agresiones.
- Ojeras: si bien hay un fuerte componente genético para la visibilidad de las ojeras en un rostro, el estrés puede potenciar la aparición de ojeras.
- Arrugas: la pérdida de colágeno y elastina, sumado a la sequedad y al desequilibrio de la piel potencia la aparición de arrugas y líneas de expresión.
- Acné: como hemos comentado el estrés altera el equilibrio en la secreción de sebo, habitualmente potenciando una creación excesiva por lo que puede acrecentar el acné. Por su parte, el acné produce una inflamación por lo que también estimula el estrés en la piel.
- Enfermedades potenciadas: en general podemos decir que el estrés va a potenciar que empeoren las afecciones de la piel como la dermatitis atópica, la psoriasis, el liquen o la rosácea, entre otros.
- Caída del cabello: el estrés puede causar calvicie prematura ya que también puede potenciar (y de hecho potencia) la caída del cabello.