Estrés Oxidativo, el gran mal de la vida moderna
El estrés oxidativo es una de las consecuencias de la vida diaria, especialmente en el caso de las grandes ciudades donde la contaminación acelera el deterioro de las células. El aumento descontrolado de lo que se conoce como estrés oxidativo y puede generar enfermedades, más allá del desgaste físico que pueda palparse en un primer momento en nuestra piel.
Mantener un control sobre el nivel oxidativo del cuerpo, por tanto, será beneficioso para nuestro organismo a todos los niveles de modo que el consumo de antioxidantes se convierte en un elemento fundamental para la salud en general y para la belleza en particular.
¿Qué es el estrés oxidativo?
El estrés oxidativo es el proceso de deterioro celular generado principalmente por la producción de radicales libres. El aumento de radicales libres y de oxígeno en el cuerpo provoca que las células se oxiden y se destruyan; para combatirlo, se deben aportar antioxidante que combatan esa actividad dañina para el organismo.
Para entenderlo de modo sencillo, cuando los antioxidantes no son suficientes para contrarrestar a los radicales libres se incrementa la actividad oxidativa en el interior de la célula, produciendo un cambio en su estructura y función que acelera el envejecimiento de la célula y precipita lo que se conoce como muerte celular.
El estrés físico, emocional y mental pueden, además, reducir el suministro del cuerpo de antioxidantes de forma que es importante controlar su ingesta. Ciertos nutrientes ayudan a manejar el estrés del sistema nervioso y vitaminas como las del complejo B, el calcio y el magnesio son esenciales para combatir la respuesta al estrés en el cuerpo a todos los niveles.
Causas del estrés oxidativo
El estrés oxidativo en el cuerpo se produce por distintos factores que se deben conocer para poder prevenir sus consecuencias. El entorno es un elemento clave, lo que se agrava en las grandes ciudades por los niveles de contaminación ambiental. Otras actividades como tomar el sol y la exposición a sustancias tóxicas acelerarán el proceso de oxidación, aumentando el nivel de estrés oxidativo.
Por ejemplo, una dieta pobre en antioxidantes, con poco consumo de frutas y verduras o frutos secos, así como un abuso de carnes rojas y bollería industrial provocará una escasez de antioxidantes peligrosa para combatir los niveles de estrés oxidativo en el cuerpo humano.
Del mismo modo, que malos hábitos como el tabaquismo o el alcohol aceleran la oxidación celular, realizar ejercicio físico de alta intensidad exige más energía y, consecuentemente, más oxígeno se consume con un aumento directo de la oxidación celular. Sin embargo, una forma natural de aumentar la defensa antioxidante es la actividad física moderada, por lo que no debemos dejar de lado el ejercicio en la prevención contra el estrés oxidativo.
La oxidación se esparce por el cuerpo desde el corazón al aparato respiratorio, al digestivo, al urinario, al gastrointestinal, a los ojos y al corazón. Por tanto, aunque los primeros síntomas suelan detectarse en la piel, el mal funcionamiento afecta a todos los niveles y de no poner remedio puede traer consecuencias muy negativas para quien lo padece.
Síntomas del estrés oxidativo
El estrés oxidativo afecta en primer lugar a la actividad de las mitocondrias, provocando una disminución de la energía que requiere el cuerpo para funcionar, ya que el organismo deriva la energía para reparar el daño.
Esto provoca que ciertas tareas de pronto empiecen a costar más esfuerzo, incluso provocando arritmias dado que también afecta a la función cardiovascular, pudiendo provocar cambios internos como se ve en la tensión o externos como se puede apreciar en una ligera rigidez, falta de flexibilidad en las articulaciones (incluso dolor en la articulación), etc.
El estrés oxidativo causa un envejecimiento prematuro, la piel pierde su tersura, dando lugar a la aparición de arrugas y manchas. Además, también está relacionado con el desarrollo de problemas mentales como la pérdida de memoria.
En sus casos más extremos, la muerte celular conlleva daños en los tejidos y la aparición de tumores, mientras que el deterioro de la salud cardiovascular, debido a que las células son incapaces de procesar la grasa que se acumula en las arterias, puede producir trombosis, infartos y otras enfermedades como la ralentización del funcionamiento cerebral que puede dar lugar a enfermedades degenerativas como el alzhéimer o el parkinson.
Combatir el estrés oxidativo
Como hemos comentado, para combatir el estrés oxidativo es importante mantener buenos niveles de antioxidantes, vitaminas, minerales y enzimas que se sintetizan en el organismo mediante alimentos o suplementos alimenticios, combinándolo con el deporte moderado.
En cuanto a la alimentación, se deben evitar alimentos procesados, grasas saturadas y transgénicas, edulcorantes artificiales y alimentos azucarados que crean más oxidación e inflamación creando fatiga y desequilibrios de las funciones del cuerpo (incluso las mentales). Consumir frutas y verduras con muchos colores como truco y grasas saludables, como nueces, semillas o aguacate serán la mejor opción. Otros nutrientes básicos son las vitaminas A, C y E, el selenio o el ácido alfa lipoico, entre otros.
En general se trata de comer menos y moverse más, evitando el contacto con las toxinas del entorno en la medida de lo posible. También es interesante incluir en la dieta algunas plantas como el té verde, la cúrcuma o el resveratrol, extraído de las uvas.
Las enfermedades que tienen que ver con la oxidación y el estrés oxidativo son de aparición lenta y progresiva, por lo que la toma de conciencia debe ser previa a los síntomas si queremos prevenir esta afección.