Tips: elige bien tu crema facial
1. Determina cuál es tu tipo de piel. Puede ser:
– Piel normal. Tu piel está hidratada, tersa y sin brillo, tiene textura regular y los poros mantienen buen equilibrio, manteniéndose medio cerrados.
– Piel seca. Obviamente está deshidratada, los poros son muy pequeños y no se aprecian brillos en la piel. No suele tener muchos puntos negros ni granitos y aparentemente está tirante. En este caso usa cremas con ácido hialurónico, por ejemplo.
– Piel Grasa. Poros abiertos, bastante puntos negros y sensación de tener grasa sobre el rostro siempre. Textura irregular y aparecen brillos con frecuencia. En este caso usa cremas que no obstruyan más los poros y que sea seborreguladora.
– Piel mixta. Tienes la cara seca, pero la frente, la nariz y la barbilla tiene aspecto de piel grasa.
– Piel sensitiva. Suele tener irritaciones y rojeces, normalmente en las mejillas y la nariz. En este caso evita productos agresivos.
2. Ten en cuenta tu edad. El desarrollo de la cosmética hace que ahora tengamos cremas específicas para cada etapa de la vida, por ejemplo, a partir de los 40 suelen venir bien cremas antiedad o con colágeno. También evitarás alergias o dañar tu piel con productos demasiado fuertes.
3. Problemas de tu propia piel. Observa cuáles son las imperfecciones más comunes en tu piel. Si eres propensa a tener manchas en la piel, pecas, flacidez, tendencia acnéica, eliminar arrugas, envejecimiento de la piel, cerrar poros (por ejemplo, cuando tenemos marcas de granos que se han quedado en la piel por el tiempo), etc. Déjate aconsejar por un experto, pero ahí van algunas pistas: el colágeno va bien contra la firmeza, el retinol tiene efecto antiarrugas y el ácido hialurónico es hidratante.
4. Época del año y actividades que realizas. Durante el verano necesitarás mayor protección solar en tu cara. El problema de las cremas con SPF es que a las horas pierden su eficacia contra el sol (tal y como ocurre con las solares normales) y suelen ser más difíciles de absorber por la piel. Actualmente tengo de varios tipos, pero cuando llega el verano evito las cremas con protección solar y lo que hago es primero hidratar con una normal y después aplicar una crema solar facial antes de salir. Para gustos, los colores, pero de una forma u otra pon protección solar en tu cara, se previenen arrugas y manchas, ya que el sol envejece mucho la piel. Si, por ejemplo, vas a pasar gran parte del día al aire libre es preferible que tengan aporte de vitaminas C y si vas a estar en oficina busca cremas con retinoles (eficaz contra manchas y arrugas). Particularmente, hay cremas que me van de lujo en invierno y que en verano me dejan brillos, así que no descartes una crema que te guste si te deja brillos en verano porque en invierno puede ser la que mejor te proteja. No es aconsejable cambiar cada dos por tres de crema, pero a veces viene bien hacerlo; lo suyo es mantenerte con la misma crema mínimo dos o tres meses para ver sus resultados (los botes suelen durar bastante más).
5. ¿Cuándo vas a utilizarla?. Si es de día, presta atención al SPF y a la hidratación, también es interesante observar qué lleva la crema para proteger de las agresiones externas. Si es de noche, sobre todo que sea nutritiva y, a poder ser, con vitaminas y antioxidantes. La mía de noche, por ejemplo, deja ciertos brillos de la propia crema, pero a la mañana siguiente cuando me la lavo la piel está suave y aterciopelada.
6. En mi caso, soy partidaria de las cremas con excipientes vegetales y sin grasas vegetales. Me parecen más naturales y se suelen absorber más rápido. En cuanto al debate actual sobre parabenos sí o no, ten en cuenta que es bueno evitarlos, pero que las cremas que no los contienen utilizan otros componentes para la conservación que están menos estudiados y controlados. La respuesta sobre elegir sin ellos o no es tuya.
— Sobre todo recuerda que es necesaria la constancia y mantener una rutina diaria. Por otro lado, las arrugas se pueden disimular o retardar su crecimiento, pero una vez que han venido solo puedes disimularlas, por eso es mejor prevenir que lamentar.