Repasamos las funciones de la ropa de cama: protección y descanso
Cuando se piensa en adquirir nuevos elementos para una habitación, en concreto la pieza fundamental de todo cuarto como es una cama, es importante conocer bien los elementos con los que podemos jugar para crear espacios que inspiren al descanso nocturno adaptado a las necesidades.
Puedes optar por colchones baratos o por la mayor firma tecnológica en descanso, sino eliges bien los detalles, el descanso puede convertirse en un infierno. La ropa de cama, en general, cumple una doble función: proteger el colchón y la almohada para prolongar su vida útil y arroparnos en la noche mientras nuestro cuerpo descansa.
Alargar la vida del colchón
El colchón y la almohada se deben proteger con distintos elementos no solo para prolongar un buen aspecto visual, sino para proteger de ácaros o humedades que puedan dañar el colchón. Para ello, aparte de las sábanas, más agradables al contacto con la piel, existen dos elementos que a veces se pasan por alto: la funda del colchón y el cubre canapé.
Como indican desde 10xDiex, especialistas en ropa de hogar, ropa de cama, cojines, Textil de baño, colchones, juegos de toallas o textil infantil:
Una de sus funciones es proteger el colchón y los somieres de los ácaros, humedades y los cambios de temperatura. Por eso es muy importante que se adapten bien a los somieres.
Así, se alargará su vida de uso y podremos disfrutar mucho más tiempo de estos muebles
La funda colchón es un elemento básico que protege, además, de las manchas en el colchón, así como de la suciedad en general y el polvo, por lo que se lava con facilidad. También según el modelo estará elaborado con tejidos impermeables para proteger de los fluidos, especialmente en el caso de niños pequeños a los que se les quita el pañal. Cuando tiene mayor grosor y acolchado suele llamarse cubrecolchón, mientras que si es más fino se suele encontrar como protector.
Por su parte, el cubre canapé es una prenda que se coloca en los laterales base de la cama para proteger los arcones debajo de la cama (o ese espacio de almacenaje que muchas veces utilizamos para esconderlos discretamente) o para permitir crear espacios decorativos más armoniosos.
Elegir el tejido de la sábana
A la hora de elegir los tejidos, debemos tener en cuenta las necesidades y gustos. El algodón es un tejido muy recomendable para las sábanas por su suavidad, además permite transpirar la piel por lo que se convierte en un must have del descanso. Se trata de una material duradero, transpirable, suave y de bajo coste (no tanto como el popular poliéster, pero la diferencia merece la pena).
Por su parte, la franela será perfecta para lugares o momentos del año más fríos porque consigue mantener mejor el calor corporal, mientras las sábanas de seda dejan una sensación de frescor y suavidad sedosa que sí que dejan helada cuando se echa un ojo al precio.
De cara a controlar un poco el coste, en los meses de calor se suele optar por el lino, más económico que la seda, muy transpirable y de rápido secado, mientras que los que aman la seda por su brillo se suelen quedar con el satén.
Un tejido del que se habla mucho últimamente es el bambú y me gustaría dedicarle espacio especial porque por natural y cool que suene no es oro todo lo que reluce. Las sábanas de bambú serían rígidas y ásperas por lo que normalmente se somete a un proceso químico para disolver la pulpa del bambú lo que da lugar al rayón, ni más ni menos. El rayón es muy suave y tiene una durabilidad alta, pero es el más dañino con el medio ambiente en su proceso de fabricación.
El percal suele recomendarse para el entretiempo y básicamente consiste en un tejido al 50% de poliéster y 50% algodón, por lo que es cómodo y económico. Por su parte, la microfibra es un material sintético, pero transpirable y bueno a la hora de absorber la humedad.