La diferencia entre peluquería profesional y amateur

A día de hoy, es fácil casi para cualquier servicio encontrar lugares especializados que te lo realizan por cualquier rango de precios. La moda de lo low-cost ha traido consigo una proliferación de centros donde se abaratan los costes, pero también donde se ofrece un servicio más deficiente o poco profesional.
En el caso de las peluquerías ha sido especialmente llamativo, ya que a pesar de necesitarse numerosos permisos y pasar controles para ejercer esta bella profesión, no han faltado las cada vez más numerosas peluquerías que a un precio que no se corresponde con el valor real del servicio, aficionados amateur juegan y se benefician de ejercer como profesionales, ¿cómo distinguirlos de una peluquería profesional, llevada por peluqueros titulados?

Imagen: alisarpelo.com
La primera pista viene de la investigación
Una peluquería profesional no siempre tiene por qué ir respaldada por una gran marca como ocurre con las cadenas más famosas que seguro que ya te vienen a la cabeza nada más leer esta frase, aunque ayuda.
Eso sí, podrás distinguir una peluquería profesional tanto por el tradicional boca a boca, como por su preocupación por dar a conocer sus servicios: una peluquería low cost se limitará a usar como reclamo sus irreales precios bajos, mientras que una auténtica peluquería optará por aparecer en algún portal de peluquería profesional o hacer uso de alguna técnica de marketing.
Además, este tipo de portales sirven como respaldo de que la peluquería en cuestión no sólo es profesional sino también recomendable, ya que suelen tener criterios de selección que vienen de un público conocedor a la perfección del sector.
Una imagen vale más que mil palabras
Las peluquerías profesionales trabajan por y para la imagen, y eso se traslada al centro de peluquería, donde más que un peinado o corte de pelo, venden una sensación: la sensación de encontrarnos a gusto con nuestro look, con la seguridad de encontrar allí lo que queremos y donde la espera del turno no se realiza de forma incómoda, sino que sirve para relajarnos mientras tanto.
Una peluquería profesional por tanto no acudirá a recursos estéticos “baratos” como llenar las paredes con posters e imágenes de peinados “random” obtenidos de viejas publicaciones o de imágenes estandarizadas de internet: una peluquería profesional te transmitirá orden, limpieza y sensación de calma y tranquilidad nada más entrar, así como un diseño nada descuidado y acorde con el ambiente.
Toque profesional que se aprecia en los pequeños detalles
Desde encontrarnos con un sofá cómodo en el que se dispongan revistas profesionales del sector con las que inspirarte en el peinado (y no revistas del corazón de hace meses apiladas de cualquier forma), hasta ver dispuestos en expositores y ante los sillones productos y utensilios de primera categoría (en vez de su versión en marca blanca y simples tijeras, maquinillas y poco más), son muchos los detalles que desenmascaran a un centro profesional del que no lo es.
… y por último… el peluquero
Si todas estas pistas no han servido para distinguir entre una peluquería auténtica de una que no lo es, nos bastará con demandarle al peluquero lo que queremos para saber finalmente si estamos ante un auténtico profesional o no.
Un peluquero de profesión, ama su oficio, y eso le lleva a no limitarse a un “lo quiero corto”, “lo quiero largo”, y a menos que vayas con una idea fija en la cabeza de lo que deseas no dudará en asesorarte y recomendarte lo que mejor te sienta, lo que te resultará lo más práctico y en definitiva atender tus necesidades.
La belleza también es salud: la salud de encontrarnos bien con nosotros mismos, tal como queremos vernos, la salud de ver nuestra autoestima reforzada. De igual forma que no jugaríamos con nuestra salud a la hora de elegir médico, donde lo low-cost no tiene cabida, tampoco debería tenerlo en el caso de las peluquerías. ¡Vuelve a disfrutar de la experiencia completa de cortarte el pelo!