Historia del pintalabios: de la magia al concepto social
Dentro de la historia del pintalabios, las curiosidades son constantes. Por ejemplo, como os conté por las redes, ¿sabías que en su origen era un producto unisex y que, de hecho, fue muy utilizado por los hombres en la antigüedad?. Desde un producto asociado a la magia, pasando por un utensilio con connotaciones religiosas a un concepto social asociado a la belleza moderna; el pintalabios ha ido evolucionando hasta lo que conocemos en nuestros días.
El pintalabios es un producto que contiene pigmentos, aceites, ceras y emolientes para aportar color y textura a los labios. En la actualidad, podemos encontrar casi cualquier tipo de tono, incluso labiales en distintos formatos más allá de la clásica barra de labios, como los labiales líquidos o de tipo gloss. Sus acabados también son muy variados, por lo que hoy repasamos su historia y cómo han evolucionado hasta nuestros días.
Historia del pintalabios: el origen
El pintalabios, también conocido como lápiz labial, barra de labios, carmín, lípstic (en inglés lipstick) o rouge (en francés rouge à lèvres), es un producto de belleza que hoy en día forma parte de cada mujer de una forma u otra. Con unas connotaciones sociales de belleza claras, su origen fue bien distinto.
La historia del pintalabios arranca en el neolítico según algunos descubrimientos arqueológicos. En concreto, uno de los labiales más antiguos se ha encontrado en una tumba real de la ciudad de Ur (hoy en día Irak), que se encontraba dentro de un estuche de oro con otros utensilios de belleza como herramientas para realizar la manicura. En concreto, pertenecía a un sacerdote como parte de un rito para guerreros; añadiendo una connotación religiosa. Está datado en unos 6.000 años atrás.
No obstante, el invento se atribuye a los egipcios prefaraónicos, allá por el 3750 a. C., como se ha visto en distintas pinturas y grabados donde se muestra a esa civilización con distintos utensilios para el maquillaje. Incluso se sabe que, tras la muerte, los pintalabios y otros utensilios de belleza yacían eternamente en las tumbas de las personas como es el caso de colorete, cremas, pastas y perfumes.
Resquicios del pintalabios en distintas culturas
En la antigua Mesopotamia también se han estudiado piedras semi-preciosas trituradas para maquillar labios y ojos; de hecho, se estima que de ahí saltó a la cultura egipcia. Se llegó a utilizar el polvo escarabajos y otros insectos triturados para el maquillaje, así como otros componentes que luego se descubrirían que eran tóxicos; llegando a cobrarse la vida de algunas personas.
De hecho, muchos historiadores afirman que Cleopatra pintaba sus labios de negro con toques azulados, así como hombre y mujeres de la casta sacerdotal y nobleza se pintaban los labios con tonalidades de rojo pálido. También se han encontrado restos que aluden al pintalabios en otras civilizaciones como en la vieja Persia.
Por ejemplo, el rey Astiajes, último rey Media de esta antigua Persia que correspondía al Imperio Medio, según el historiador griego Herodoto, se pintaba los labios y se aplicaba raya en los ojos; como parte de la estética del momento para las clases más privilegiadas.
Más cerca nuestra, entre los sacerdotes iberos se pintaban los labios, pero se sabe que había dejado de ser algo asociado a la religión, ya que hay pruebas arqueológicas de que la Dama de Elche o la Dama de Baza se pintaban también los labios; en este caso de rojo carmín. Es aquí donde empezamos a apreciar cómo comienzan a cambiar los usos del pintalabios de guerreros o sacerdotes a otras clases sociales con distintas connotaciones sociales.
Historia del pintalabios: connotaciones sociales
Como comentábamos, poco a poco, el pintalabios perdió su connotación religiosa o mágica y fue pasando a un tema social. Sin embargo, había muchas diferencias entre culturas.
Por ejemplo, en Grecia las mujeres que se pintaban los labios era un indicativo de que eran prostitutas, mientras que en Roma lo hacían de forma totalmente opuesta: las damas de clase alta eran quienes se pintaban los labios. En este caso, hay estudios que muestran cómo las mujeres utilizaban una pomada densa perfumada con jugo de uva negra y zumo de orcaneta para dar color y que, además, no manchaba al besar. Más tarde se empezarían a utilizar ceras en la formulación de los labiales.
En la Europa medieval, hubo un punto de inflexión porque el maquillaje fue prohibido por la Iglesia y no sería hasta el siglo XVI, cuando volverían a la actualidad. Por esta época se sabe que la reina Isabel I, marcó tendencia entre la sociedad al utilizar labiales rojos que contrastaban con los rostros pálidos tan de moda en la época.
Sin embargo, sería en el siglo XX cuando nacería el pintalabios tal y como lo conocemos hoy en día.
La edad moderna del pintalabios
Poco a poco, los labiales se fueron perfeccionando; por ejemplo, a partir de 1850 se dejaron de utilizar algunos ingredientes peligrosos como el plomo. En la historia del pintalabios, el siglo XX supuso un punto de inflexión con el nacimiento de las barritas de carmín que ya contaban con formulaciones más específicas que no suponían un riesgo para la mucosa bucal. Además, comenzaría a asociarse como un símbolo de liberación femenina.
En 1884 nació la primera barra de labios de la historia moderna gracias a perfumistas en París con una pasta de sebo de ciervo, cera de abejas y aceite de ricino envuelta en papel de seda. La carcasa deslizante con tapa clásica del pintalabios dataría de 1915 gracias a Maurice Levy de forma que era posible llevarlo encima sin manchar el resto de cosas; lo que permitió su difusión masiva.
Sin embargo, se atribuye a Paul Baudecroux el invento del pintalabios en 1926 en que se conoció como el beso rojo, o rouge baiser. Si en 1930 escucharían por primera vez a la casa Max Factor hablar de labiales de brillo (los gloss) se sabe que allá por 1922 el pintalabios se empezó a comercializar en España en lo que se conoció como Milady. Habría que esperar a 1950 para que el norteamericano Hazel Bishop crease el primer labial en formato de barra que no dejase manchas al besar, recuperando la esencia de Roma probablemente sin saberlo.
Hablando de tonos de pintalabios
En los años 20, el lápiz de labios comenzaba a extenderse por doquier y se asociaba con la elegancia y la modernidad. También se sabe que hasta los años 60 el rojo era uno de los tonos más populares entre las mujeres que querían destacar su feminidad. Por ejemplo, se sabe que en Estados Unidos, las sufragistas utilizaron el pintalabios rojo como protesta en su lucha por el sufragio femenino; algo muy curioso para aquellas mujeres que hoy ven el pintalabios como un signo de opresión masculina hacia la mujer.
En los años 40, con la llegada de la II Guera Mundial, el rojo siguió siendo el color predominante y muchos países impulsaron su uso para no minar la moral de las tropas, como en el caso de Inglaterra. De hecho, asocio un poco esa corriente de mujeres que ven el pintalabios como un reclamo masculino por las campañas de Churchill en la época con frases políticas tan poco acertadas como «beauty is your duty» (la belleza es tu deber).
Más allá de los 60, se empezó a coger el gusto por tonos más pálidos, melocotón o rosas, mientras que tonos más intensos como el rojo sangre o el negro se popularizaron en los años 70. Mención especial merecen los años 80 cuando nacieron los pintalabios en tonos neones, como el rosa o el morado fosforito.
Sin embargo, los años 90 supusieron una ruptura de estilo, comenzando a extenderse tonos más naturales como el nude o los brillos gloss, siempre buscando un acabado de labio hidratado, besable y jugoso. En la actualidad podemos encontrar todo tipo de acabados, como brillo, mate, neones, satinados, líquidos, metalizados,… La lista es interminable y sus formulaciones pueden y suelen incluir tratamiento para los labios como SPF, activos antiedad o hidratantes, etc.