Danyela Styler, la peluquería a la que no volveré
Danyela Styler es una peluquería ubicada en Torrejón de Ardoz (Madrid) a la que acudí de pasada para un peinado al verme incapaz de peinarme estos días por la mano y encontrarme ante una ocasión especial como una boda. No esperaba nada especial, un peinado con ondas sencillo, básico, que aguantase todo lo que pudiese porque mi cabello es muy fino y liso, por lo que soy consciente de lo complicado del asunto.
No se trata de una peluquería de lujo, es la típica peluquería de barrio con el morado y el negro como protagonistas de la decoración, en un ambiente distendido y agradable que esconde un local muy grande dividido en varios espacios que generan buena intimidad cuando estás en ciertos momentos como el lavado u otros servicios de belleza que también se realiza en cabina.
En alguna ocasión había pasado por delante de la peluquería y siempre estaba hasta arriba de personas. A priori no tenía mala pinta y dentro de la urgencia del momento era mejor arriesgarse que nada; además, siempre he pensado que hay grandes profesionales trabajando en todas partes, por lo que no te hace falta ir a un Lorena Morlote para encontrar a la peluquera que de con tu estilo y encaje contigo y tus gustos. De hecho, el personal fue muy agradable y me trató de una forma muy cercana, ahí no puedo poner ni medio pero.
Entiendo que la calidad del servicio no va a ser la misma, sustituimos ambientes íntimos por espacios con más gente y el ambiente agradable del hilo musical se sustituye por el de una radio con música mucho más pachanguera. Entiendo que la diferencia de precio no permite asumir costes extras como ofrecer una bebida a la llegada o unos productos de alta calidad, pero… hubo dos detalles que me mataron y que me ha llevado a tomar la decisión de no volver a pesar de lo agradable del personal y de que el peinado quedase así de genial:
En primer lugar, pasé unos días antes para tantear la peluquería y ver si realmente merecía la pena. Para ello, les expliqué que tenía un evento el sábado y que quería aplicar un tratamiento nutritivo, como uno de keratina que anunciaban, y hacerme un peinado para una boda que tenía el día en cuestión; sobre esa premisa, me dejé aconsejar. Me citaron en dos días, pero cuand llego al primero y me tienen ya sentada para lavarme el cabello, me comenta que me va a hacer otro tratamiento que va a ir mejor a mi pelo por ser tan fino y con tan poco volumen. Acepto encantada por el asesoramiento, cuando (quede claro que a continuación) me dice que incluye el peinado, por lo que decidimos hacer alguna onda para ver cuánto dura el peinado de cara al día del evento.
No me importa demasiado porque me permite probar las manos de los profesionales sin arriesgar demasiado, pero me doy cuenta del detalle: hubiese podido darme el tratamiento el mismo día del evento y peinarme en lugar de hacerme pagar un peinado adicional e ir dos veces a la peluquería, ya que al no querer un recogido ni nada complejo, el peinado que quería entraba en lo que me aplicaban. «Las cosas pasan por algo, pienso» y decido dejarme llevar.
Llega el día del peinado y me encuentro con el segundo de los detalles que es, a mi parecer, el más grave y el que me termina por hacer ver que es una peluquería a la que no vuelvo. La peluquera, el día del evento para hacer el peinado y ante la observación de que la primera vez el peinado no había durado nada, aplicaba laca antes de pasar la plancha por mi cabello (además de después para fijar)… así con cada mechón. Sé que hay algunas lacas que son especiales para utilizar con la plancha así que antes de ponerme chula decido hacerme la tonta, que ya suficientemente tontita le debía haber parecido, y le pregunto por lo que me está poniendo porque con cada pasada de plancha me tira una barbaridad y al separar la plancha me da la sensación de que está pegajoso.
Me comenta que efectivamente es un truco, poner laca antes para que aguante más. Le pregunto si con cualquiera y me dice que sí que es laca normal con fuerte fijación, pero normal (prefiero no mencionar las marcas con las que trabajan, pero eran marcas con productos buenos, pero normales, tampoco marcas de las que nos hacen saltar los ojos de la cara). En resumen, creo que la vi dos o tres veces quitar una mata de pelo de la plancha que me dio pavor porque quien me conoce sabe que la abundancia de cabello no es mi mayor fuerte.