Ácidos para la piel: qué son y para qué sirven
Los ácidos para mejorar el aspecto de la piel son muy populares en nuestros días, gracias a que permiten una mejor textura y luminosidad en la piel. Cada uno tiene sus propias funciones y son adecuados para distintos tipos de piel. Dependiendo de cuál se seleccione pueden ayudar a limpiar en profundidad, exfoliar, hidratar, reafirmar o, incluso, reducir el exceso de grasa.
Su efectividad, viene determinada por su concentración del activo dentro de las fórmulas cosméticas, así como de la combinación con otros activos. En realidad, dependerá de la función que queramos conseguir, ya que aquellos con un Ph muy alto son más agresivos, pero no penetran igual en la piel, mientras que aquellas fórmulas con un Ph más bajo son más suaves, pero los resultados llegan más a largo plazo.
Hablamos de los principales ácidos para exfoliar la piel y repasamos algunos de los más importantes en la actualidad para entender sus diferencias y cómo actúan en la piel.
¿Qué son los hidroxiácidos?
Como a estas alturas seguramente ya sepas, la piel se forma por distintas capas. El estrato córneo, la capa más superficial, se renueva continuamente; de esa forma las células muertas de su superficie se descaman continuamente, permitiendo subir a las células nuevas. De hecho, sabemos que la epidermis se renueva cada 30 días aproximadamente; aunque a medida que avanzamos en edad, este proceso se ralentiza.
Los hidroxiácidos son moléculas ácidas que aumentan la velocidad de renovación de las células y ayudan a esa descamación de células muertas de la superficie del estrato córneo en lo que se conoce como exfoliación de la piel. A su vez, estos se dividen en tres tipos principales:
- Alfa hidroxiácidos (AHAs). Se trata de ácidos carboxilados (es decir, solubles en agua) que poseen propiedades que ayudan a unificar el tono, aportan luminosidad y ayudan a reducir de la apariencia de arrugas y líneas de expresión. Por ello, se suelen encontrar en productos antiedad; especialmente para pieles secas. Algunos de los más conocidos son los ácidos glicólico, láctico, málico o mandélico.
- Beta hidroxiácidos (BHAs). Recomendados normalmente para piel grasa y con tendencia a tener comedones y puntos negros, como en el ácido salicílico. En este caso son solubles en aceite, por lo que pueden penetrar las pieles con más sebo y desobstruir los poros. También poseen propiedades antibacterianas y antiinflamatorias, además de que suelen irritar menos la piel que los anteriores.
- Polihidroxiácidos (PHAs). Más suaves que los dos tipos anteriores, suelen irritar menos la piel de forma que son adecuados para las pieles más sensibles. Algunos de ellos son la gluconolactona y el ácido lactobiónico, pero hemos de decir que actualmente se siguen estudiando por lo que no son tan conocidos como los otros dos hidroxiácidos.
Existen otros tipos de ácidos utilizados en cosmética que nos son propiamente exfoliantes, como el ácido hialurónico, por lo que conviene diferenciar las propiedades de cada uno para aplicarlos correctamente.
Principales tipos de ácidos y su función en la piel
Como hemos comentado, los ácidos tienen distintas funciones y deben aplicarse en distintas concentraciones y espacios de tiempo según los resultados que se busquen conseguir.
Actualmente en la industria cosmética hay algunos hidroxiácidos estrella que merece la pena conocer en profundidad. Más allá de estos, existen otros ácidos muy interesantes por sus efectos sobre la piel, como veremos a continuación.
- Ácido glicólico. Un AHA con un tamaño molecular pequeño de forma que tiene una gran penetración en la piel. Tiene una alta capacidad exfoliante. Según su concentración, puede utilizarse en casa para hidratar o, si es superior al 70%, solo puede ser utilizado por dermatólogos como peeling médico. Entre sus acciones, destaca su capacidad para reducir el tamaño de los poros, difuminar manchas superficiales, regular la producción de sebo y estimular la producción de colágeno.
- Ácido láctico. Es un AHA que se produce de forma natural en el cuerpo con gran capacidad hidratante, pero también aporta suavidad y luminosidad. Se utiliza muy a menudo porque es bastante suave, de forma que se puede utilizar en pieles sensibles y secas. Además, actúa en la capa más profunda de la dermis estimulando la síntesis de colágeno y elastina.
- Ácido mandélico. Con origen en las almendras amargas, tiene un alto componente antibacteriano lo que ha conseguido convertirle en gran aliado de productos farmacéuticos y medicinas por vía oral. Estimula la regeneración de las células y potencia el desprendimiento de las células muertas, además de difuminar manchas por su protección ante el fotoenvejecimiento. Es un ácido curioso porque se puede utilizar tanto en una piel grasa (con acné o post-acné), así como en pieles sensibles como aquellas con rosácea; gracias a su capacidad antiinflamatoria y por ser un aliado contra las infecciones.
- Ácido salicílico. Un BHA con gran capacidad exfoliante muy usado para tratar pieles acnéicas con brotes de acné, puntos negros e impurezas; además de ser utilizado con frecuencia para preparar la piel para otros tratamientos al desbloquear la obstrucción de los poros, mejorando la penetración de activos. Suele utilizarse en las pieles gruesas queratinizadas. Puede sensibilizar la piel y no es compatible con algunos medicamentos, por lo que debes tener cuidado antes de utilizarlo.
- Ácido azelaico. Es uno de los ácidos dicarboxílicos más potentes que se utilizan en la piel y se utiliza para tratar muchos tipos de afecciones como piel acnéica, rosácea o hiperpigmentación por su alta capacidad para reducir la inflamación y enrojecimiento, además de regenerar la piel (incluso en los fototipos de piel más oscura).
- Ácido tricloroacético (TCA). En este caso, hablamos de un ácido orgánico, derivado del ácido acético, también muy utilizado en cosmética. De nuevo su concentración será determinante para su uso llegando incluso a descamar la piel durante varios días tras aplicarlo en altas concentraciones por su alta capacidad exfoliante. De hecho, se suele utilizar en peelings profesionales o, incluso, para tratar afecciones concretas como la eliminación de verrugas.
- Ácido hialurónico. Este ácido, de nuevo, se da de forma natural en la piel porque forma parte del tejido conectivo y es un hidratante muy importante dentro del mundo cosmético en nuestros días. Además de atrapar el agua (por eso debe usarse con la piel humedecida), también aporta volumen. Como punto interesante, a pesar de ser un ácido no tiene efecto exfoliante como en los casos anteriores.
- Ácido retinoico (tretinoína). Se trata de una forma ácida de la vitamina A, con alta capacidad irritante que estimula el recambio de células, mejorando la descamación y tratando comedones. También se utiliza para tratar cicatrices y manchas oscuras. Habitualmente se utiliza para peelings químicos para tratar arrugas y acné, ya que también estimula la síntesis de colágeno y aumenta la circulación; aunque también podemos encontrarlo en bajas concentraciones en algunas cremas específicas para estas afecciones.
- Ácido ferúlico. Es un ácido que combate los radicales libres, por lo que es conocido como un potente antioxidante. Se recomienda para todo tipo de pieles, pero en especial para las más secas, ya que ayuda a reforzar la barrera protectora de la piel.
- Ácido cítrico. Otro ácido con propiedades antioxidantes para la piel de origen orgánico que aporta mucha luminosidad. Protege la piel de la oxidación, elimina células muertas, mejorando la limpieza y tratando manchas, evitando también la despigmentación. También se utiliza en fórmulas combinadas con minerales para tratar pieles acneicas y regular el exceso de sebo.