CAPÍTULO 11: Y mi corazón se apagó. La noria
TEXTO MARÍA NE LA LUNA. Me dirigí al baño mientras me borraba las lágrimas de la cara. El cascarrabias había salido de casa con un portazo y sin mirar atrás. Abrí el cajón de los medicamentos, me miré al espejo detenidamente, con lástima, con signo de interrogación. No me reconocía. Mis ojos habían perdido la luz, mi cuerpo las curvas y mi corazón la ilusión. Me sentía agotada, y no de trabajar, sino de vivir, de tener que lidiar con tantos errores, con juicios de valor sobre mi persona, mi responsabilidad de decepcionar a los míos, de no saber dejar de exigirme y hacer lo mismo con los demás…estaba cansada de caracteres tan fuertes, como el mío. Ya no me aguantaba y no sentía fuerzas para hacer las paces conmigo misma.
Mientras me miraba a ese espejo, con los ojos hinchados y la boca sin parar de lamentarse, me sentía sola, incomprendida, perdida, infeliz y estaba segura de que quería acabar con ello, dejar de complicar el futuro de mi familia y el presente a mi pareja. Dejar de sufrir, por fin.
Durante meses sentí la tentación de no dominar el coche a la vuelta del trabajo o cinco horas después, cuando volvía a él, y dejarme llevar a dónde el viento y el destino decidieran. Pensé en desaparecer, curarme de soledad con soledad y volver con la sensación de poder hacer bien las cosas. Cuando entras en la noria del fracaso no sabes cuándo ni cómo salir. Te dejas llevar por la vida, que te lleva sin preguntar, y cuando sientes que la última parada es el infierno sólo te quedan dos opciones, o eso creía yo, sobrevivir en él o desistir de la sobrevivencia y marcharte.
Me pregunto cuántos de vosotros habréis creído alguna vez haber sido derrotados por el fracaso…sí, ya sabéis, ese día que te levantas algo más negativa de lo normal, miras a tu alrededor y no te gusta lo que ves: no te gusta tu trabajo, no te entiendes con tu entorno y las cosas en casa se han complicado. Después esos días se repiten cada vez más a menudo y, sin darte cuenta el poco tiempo que te sobra lo dedicas a dormir o a lamentarte de ti mism@. Se esfuman de tu vida las sensaciones placenteras…ya nada te apetece, nada te hace sentir bien, aquello que tanto te gustaba hacer pierde el interés para ti. Estas sensaciones intimistas se traducen en tu comportamiento hacia los demás…y es en ése momento cuando has llegado al último paso: caerte mal a ti mism@.
El círculo de la noria no deja de dar vueltas a tu alrededor, no encuentras salida, no tienes plan B, no te bastan tus herramientas para solucionarlo. Vuelta a la lástima, compasión y asco por tu persona.
Si llegas a este punto….sigue leyéndome. Con mis experiencias intentaré explicarte que toda noria tiene una parada en seco y puedes llegar trepando hasta la salida.
Después de decidirme a tomar la iniciativa para irme lejos, consiguiendo dejar el sentimiento de culpabilidad por los míos a un lado, necesitaba crear mi espacio. Aquel momento siempre estará grabado en mi recuerdo con todas sus tildes, paréntesis y puntos y aparte. No era muy consciente de lo que significaba desaparecer del mundo, pero no tenía ni una pequeña duda de lo que sentía.
Sabía cuál era la fórmula letal de combinar los medicamentos y estaba sola, por un buen rato, para poder despedirme de todo a mi forma. Era el momento ideal..y mis manos se dirigieron solas hacia la muerte.
Las vistas se convirtieron en amigas, aquel sofá que me secó tantas lágrimas, se había vestido de fiesta recordándome los grandes momentos que pasé sobre él. La televisión puso una película bonita y positiva sobre el tiempo que me senté frente a ella. La cocina me miraba de reojo mientras me sonreía y me hacía recordar aquellos aromas que adornaron tantas comidas y cenas en las que fui feliz. Y la habitación…me chillaba que no le abandonara, que ya sentía el frío de sus sábanas por tenerme que dejar marchar. Las drogas que escogí para acabar con todo fueron las mismas que me ayudaron a darle realidad a una película de ciencia ficción que se rodaba a mi alrededor.
Me relajé, me encendí un cigarro, mi gran compañero, y sin lágrimas, sin miedo y con gratitud empecé a escribir en un folio…
La escena iba muy bien, el placer que me había faltado durante meses se apoderó de mí. Sin embargo, no voy a acabar de narrar el final de mi historia. Sería muy fácil escribirlo para mantener el gancho y el morbo que a todos nos desata este tipo de sucesos. Pero quiero que me conozcáis más, que viváis conmigo ese momento para saber identificar cuándo debes huir del fantasma que te llama desde el infinito.
Mensaje
Vuelve pronto
El tiempo sigue soplando
sin embargo,
los minutos siguen arrastrando mi arena
en forma de reloj.
María en la Luna