Cómo cuidar la piel grasa
En varias ocasiones hemos dedicado espacio a hablar sobre la piel grasa porque es una condición de la piel que afecta a una gran parte de la población en nuestro país. Hoy nos centramos en las rutinas de cuidado más adecuadas para este tipo de piel, centradas en la regulación del sebo y el reequilibrio de la piel.
¿Cuáles son las afecciones más comunes de la piel grasa?
La piel grasa se produce por una sobreproducción de las glándulas sebáceas que genera exceso de lípidos, dando lugar a distintas consecuencias, como la piel asfixiada en el caso de que el cúmulo de grasa tapone en el poro, mezclándose con la queratina. Esto puede provocar una infección y una inflamación en la piel que se conoce como pápula y que es una reacción típica de la piel grasa, mientras que si ese sebo sí tiene salida se conoce como grano o pústula.
Así, la piel grasa sufre una serie de reacciones internas que ya hemos visto en alguna ocasión como comedones, exceso de brillo, poros dilatados o marcas post-acnéicas como cicatrices o manchas por la post-inflamación del brote.
De forma interna, aparte de esa inflamación que da lugar a la rojez, también pueden sentirse sensaciones de calor por el aumento de la temperatura, palpitaciones o tiranteces por la falta de hidratación (ten en cuenta que una piel grasa también puede estar seca).
Normalmente, en la piel grasa también vemos un engrosamiento de la piel, una falta de oxigenación y desequilibrios hormonales que dan lugar a un sistema de defensa más débil que permite aumentar la acción de los radicales libres.
¿Qué afecta a la piel grasa?
La piel grasa ve sus afecciones amplificadas en muchas situaciones, como en el caso de una higiene deficiente que permita el taponamiento del poro, dando lugar a una piel grisácea. En este sentido es interesante evitar productos comedogénicos que taponen aún más el poro como maquillajes o cosméticos de baja calidad, además de otros hábitos que pueden afectar como el consumo de alcohol o de tabaco.
El clima, con sus contaminantes ambientales y los cambios de temperatura también pueden impulsar el estallido del brote en la piel grasa, especialmente en casos donde entra en juego el papel emocional, ya que tanto los cambios hormonales como el estrés o la depresión afectan y mucho a las afecciones que padece cada piel grasa.
La piel grasa requiere hacer un esfuerzo a la hora de equilibrar y purificar la piel para regular y equilibrar el sebo, mientras se evita incrementar infecciones como en el caso de la acumulación de bacterias. De hecho, esta parte es fundamental para evitar que el brote se propague.
¿Cómo cuidar la piel grasa en tu día a día?
Para mantener a raya la piel grasa es importante evitar que esas bacterias se acumulen entre las células muertas de la piel, por lo que es importante exfoliar regularmente para controlar también la queratinización y el engrosamiento de la piel que puede dar lugar a otras afecciones a largo plazo.
Por último, es importante hidratar la piel para evitar que el desequilibrio acabe danto lugar a un envejecimiento prematuro, de forma que se mejore la elasticidad y se proteja la piel de futuras imperfecciones como manchas o marcas.
El ideal sería mantener una rutina que respetase la limpieza regular en mañana y noche con limpiadores al agua y geles, evitando las leches limpiadoras que pueden ser demasiado grasas a menos que estén específicamente formuladas para piel grasa.
Además, durante el día será necesario un tratamiento hidratante con protección solar, para mantener la barrera de defensa equilibrada, mientras que por la noche se debe buscar la renovación para reparar y controlar la formación de marcas y manchas. La exfoliación semanal es importante, pero se deben evitar exfoliantes mecánicos que requieran frotar y que pueden reventar las imperfecciones haciendo que se extienda la infección.