Las claves de la buena hidratación
La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) recomienda beber entre 2 y 2,5 litros de agua al día, una cantidad que varía en base al volumen de la persona y a factores como la deshidratación (mayor en verano) o los hábitos de vida (ej. Si se realiza deporte).
Sea como fuere, el agua es fundamental para el buen funcionamiento del organismo y, de hecho, permite prevenir algunas enfermedades. De hecho, existen estudios que concluyen su importancia, afirmando que la falta de hidratación en el cerebro provoca síntomas como cansancio, falta de concentración o fallos en la memoria.
Hoy aprendemos un poco más sobre el agua y sobre cómo mantener a raya la hidratación de nuestro cuerpo.
Las funciones del agua en el organismo
El agua es el único líquido realmente necesario para la vida y posee distintas funciones en el organismo que son básicas para el buen funcionamiento de un cuerpo humano formado en su gran mayoría por líquidos.
El agua actúa como termorregulador de la temperatura, pero también ayuda a transportar los nutrientes en el organismo. Del mismo modo, ayuda a eliminar residuos mediante la orina o el sudor e influye en la calidad de nuestras heces y mejora el tránsito intestinal (por eso si sufres de estreñimiento te habrán aconsejado aumentar la ingesta de agua y fibra).
Además, el agua ayuda a lubricar las articulaciones y como su valor energético es cero no debes preocuparte por ella en las dietas. De hecho, hay quienes beben un vaso de agua antes de la comida para aumentar la sensación de saciedad.
La sed en también un síntoma de deshidratación en el cuerpo, de hecho algunas personas confunden la sed con el hambre y aportan alimentos en lugar de líquido al cuerpo, lo cual lleva a que el balance entra agua consumida y gastada sea negativo. Ten en cuenta que el cuerpo pierde esos 2 litros diarios o más solo en la actividad diaria como el sudor o la orina. Cuando estamos deshidratados la sangre también lo nota y se espesa de forma que se entorpece la circulación, además de la retención de líquidos como medida de seguridad.
¿De dónde sacamos el agua?
Por ello, es importante saber cómo podemos ingerir la cantidad de agua necesaria. El agua puede consumirse directamente, lo cual es importante para controlar la ingesta diaria, pero también la obtenemos de los alimentos que consumimos día a día, excepto del aceite.
Así, las frutas y verduras son los alimentos que contienen más agua, más de un 90% habitualmente, mientras que otros alimentos aportan agua en un porcentaje menor como un 85% aproximadamente en el caso de la leche o algo más de un 60% en el caso de las carnes.
No obstante, cabe resaltar que los 2 litros de agua es aconsejable consumirlos con agua como tal, ya que las bebidas elaboradas o los refrescos no aportan tanto agua como nos pensamos o incluyen otros nutrientes como la glucosa que al final nos hacen prácticamente gastar el agua que incluyen en digerirlas.
¿Cómo aumentar la ingesta de agua y cuándo?
Existen muchos trucos para controlar el agua que bebemos a lo largo del día, así como para hacer menos aburrida su ingesta. Entre trucos clásicos encontramos incluir unas hojas o frutas en el agua para dar sabor y romper la monotonía (en mi caso los favoritos son el limón, la naranja, la hierbabuena y la menta), así como llevar una botella con marcas para poder beber el agua de forma paulatina a lo largo del día.
Por otro lado, igual que es importante beber el agua de forma regular durante el día, también hay momentos en los que debemos aumentar su ingesta. Por ejemplo, ¿sabías que cuando duermes consumes al menos 1 litro de agua? Es lo mínimo que el cuerpo necesita para reparar el organismo.
Por eso, tomar uno o dos vasos de agua al levantarnos nos ayudará a reponer lo perdido mientras dormimos, al igual que hacemos cuando practicamos deporte donde, dependiendo de la intensidad, puede ser necesario incluir algunos minerales.