Síndrome de Intestino Irritable, el mal silencioso
El Síndrome del intestino irritable, conocido como SII o IBS (por sus siglas en inglés), es un trastorno gastrointestinal crónico que genera problemas a la hora de realizar la digestión de los alimentos que consumimos. Se estima que entre un 5 y un 15% de la población occidental presenta este síntoma sin que existan motivos externos que lo justifiquen.
Habitualmente, entre sus síntomas destacan el colon irritable o el dolor e inflamación abdominal, pudiendo dar lugar a alternaciones en la defecación como diarreas o estreñimiento.
Los expertos apuntan a que la principal causa es un mal funcionamiento y conexión entre el sistema nervioso y el intestino, bien por una infección, bien por la alimentación o por nuestra propia situación personal.
No en vano, alteraciones del sistema nervioso central pueden causar movimientos o cambios de sensibilidad en el intestino que puede afectar a muchos niveles, como la forma en la que el aparato digestivo permeabiliza los nutrientes. De ahí que en muchas ocasiones este síndrome se alterne con otros problemas como los psicológicos en caso de someterse a demasiada presión.
¿Por qué se produce el Síndrome del intestino irritable?
El principal problema reside en que en la actualidad desconocemos las causas concretas que lo ocasionan. Se sabe que el síndrome del intestino irritable suele darse por varias causas que confluyen en un mismo momento, como trastornos en la flora intestinal, en el estrés (por ejemplo, en caso de depresiones o ansiedad), cambios hormonales, etc.
De igual forma, el Síndrome del intestino irritable puede detonarse de forma fortuita o debido a la propia alimentación. Por ejemplo, se sabe que comidas hipercalóricas o desequilibradas con alto contenido en grasas pueden dar lugar a que brote la sensibilidad intestinal.
Sin embargo, como comentamos el motivo no está claro y parece tener mucho que ver con cada ser individual y su propio organismo (por ejemplo, sabemos que los lácteos o el gluten pueden desencadenar este síntomas en personas con intolerancias).
Entre los síntomas más habituales encontramos el dolor e hinchazón del abdomen, además de esa alteración en los tiempos al defecar y el estado de las propias heces. Además, encontramos otros síntomas menos comunes como las nauseas, los vómitos o el clásico e incómodo ardor.
A la hora de diagnosticar el Síndrome del intestino irritable es importante la exploración física del doctor donde podrá descartar otro tipo de dolencias, así como realizar las pruebas necesarias para conocer la gravedad del síndrome como ecografías o analíticas de sangre, orina y/o heces (puede que incluso sea necesario realizar una colonoscopia: mejor prevenir que lamentar).
Tratamiento del Síndrome del intestino irritable
Ante el Síndrome del intestino irritable, debemos tener claro que no siempre podremos evitarlo, aunque identificar los alimentos y causas que actúan como detonante en cada caso te ayudará a prevenir. En general, debes tener en cuenta que una dieta equilibrada, rica en nutrientes y baja en grasas, será uno de tus principales aliados; pero evita alimentos que generen muchos gases como las coles o la coliflor.
También puede que tu médico te prescriba algún tipo de ayuda mediante medicamentos, especialmente los que ayudan a controlar y regular las funciones del intestino (como laxantes en caso de estreñimiento o anticolinérgicos en caso de dolor abdominal. En general, el tratamiento será en casi todos los casos sintomático, ya que normalmente hay cuatro grandes afecciones a controlar:
- Hipersensilibilidad por un aumento en el volumen intraintestinal que produce distensión abdominal pudiendo o no causar molestia o dolor.
- Alteración en la motilidad con cambios en la frecuencia y la tipo de heces.
- Alteración en la permeabilidad intestinal de forma que puede favorecer la aparición de bacterias produciendo una inflamación del intestino
- Alteraciones en la flora intestinal que pueden favorecer alteración en la fisiopatología intestinal.
Recuerda que aparte de tu alimentación también influirá mucho cómo te sientas emocionalmente, por lo que en ocasiones si tu doctor detecta que el problema puede venir por ahí, es probable que te anime a asistir a terapias para reconducir tu actitud ante ciertos aspectos.