#Mujeresconhistoria Jeanne Lanvin, del color del pasado al tono del presente
Jeanne Lanvin fue una diseñadora y estilista de finales del siglo XIX y principios del s.XX que consiguió hacerse eterna gracias a diseños sencillos y colores vivos que cautivaron la sociedad de la época y que ha cosechado fieles a lo largo de décadas hasta seguir presente en la actualidad en espíritu, gracias a la firma de moda francesa con la que comenzó su andadura.
Jeanne Lanvin: una diseñadora precoz
Jeanne-Marie Lanvin (París, 1867-1946), más conocida como Jeanne Lanvin, fue un icono de la moda cuya inspiración llega a nuestros días con Lanvin, la casa de moda más antigua de Francia y que ha sabido perdurar a lo largo del tiempo manteniendo como guía los elementos que hicieron grande a la modista, estilista y diseñadora. Su cuidada pasión por el color y los cortes más sencillos consiguieron hacerle un hueco en un mundo de la moda ansioso de nuevas mentes.
Nacida en el seno de una familia humilde y siendo la mayor de once hermanos, con 13 años comenzó a trabajar en la tienda de sombreros de “Madame Félix” de Paris. Dentro del sector, también trabajó en la sombrerería “Cordeau” que la permitió viajar a Barcelona para nutrirse de otras tendencias y cosechar éxito hasta que en 1885 regresa a París para terminar por abrir su propio taller de moda en la Rue du Fauborg cuando apenas contaba con 18 años.
En 1897 nació su única hija Marguerite que se convertiría en su principal fuente de inspiración y que le animaría a dar el salto al diseño de moda mucho más amplio que el mundo de los sombreros con una colección para niñas creada en 1908 y que, dado su éxito, al año siguiente se convertiría también una línea para mujer y otra para adolescentes de la época. Por ello, se considera que es responsable de romper barreras en el código de vestuario.
Durante los siguientes años se unió al Sindicato de los diseñadores, el Syndicat de la Couture, pasando a ser una reconocida casa de moda francesa. De esta forma, fue ampliando sus colecciones e incluyendo nuevos elementos como colecciones de lencería, peletería y trajes de novia. Incluso, a principios de los años 20 introdujo una línea de moda sport y en 1926 se introdujo en el mundo de la moda masculina para, un año más tarde, sacar una línea de perfume, de nuevo en honor de su hija.
Rompiendo códigos, creando su propio estilo
Esta mezcla de colecciones permitió que se rompiese la barrera en el código de vestimenta entre madres e hijas que por fin podían compartir la pasión de Jeanne Lanvin por el arte y la pintura con colecciones que a en plenos años 20 se llenaron de colores. Mujeres tan influyentes como Marlene Dietrich o las reinas de Italia y Rumania fueron algunas de sus clientes, ayudando a expandir su nombre e imperio llegando a tener boutiques en Deauville, Biarritz, Barcelona, Buenos Aires, Cannes y Le Touquet.
En concreto, la firma Lanvin pasará a la historia por su pasión por la tonalidad azul índigo que acabaría por obtener el nombre de la firma, el azul Lanvin, el rosa Polignac en honor a su hija y el verde Velasquez que aportaba armonía a los diseños, llegando a fundar su propio taller de tintados en 1923. También el blanco y el negro serían tonos identificativos de las creaciones y estilismos de Jeanne Lanvin que solía utilizando para aportar un toque elegante.
A pesar de que durante su época los vestidos columna eran los preferidos en el mundo de la moda, la diseñadora Lanvin buscó una estética más romántica y femenina, con unos diseños que marcaban la cintura. Frente a ese contraste entre los trajes también contrastó con el Art Decó, con sus estampados en blanco y negro, con cristales y perlas cosidas sobre seda. También optó por volantes, bordados y unas telas finas que contrastaban con los diseños considerados clásicos en la época.
El legado de Jeanne Lanvin
Cuando Jeanne Lanvin falleció en el año 1946, su hija, aquella que tanto la había inspirado, se hizo cargo de la empresa, tanto en diseño como en finanzas, manteniendo vivo el espíritu de su madre hasta la década de los cincuenta. Algunos grandes como Giorgio Armani o Claude Montana trabajaron también en la casa como diseñadores.
La firma Lanvin fue propiedad de la familia hasta 1989, cuando una familia en decadencia económica decidió vender parte de sus acciones progresivamente al Midland Bank londinense hasta que obtuvieron las suficientes para quitar del cargo de diseñadora a Maryll Lanvin. De ahí en adelante podemos decir que la firma ha sufrido altibajos hasta destruir la esencia de Jeanne Lanvin, pero beneficiándose de su significado par terminar de destruir el espíritu de la firma.