#AFONDO Descubriendo los Fibroblastos, claves del colágeno y la elastina
A menudo escuchamos hablar de Fibroblastos, pero, si bien sabemos que tienen una gran importancia hoy en día, a veces resulta complicado comprenderlos en sí mismo. Por eso, hoy dedicamos espacio para intentar aclarar un concepto que nos afecta a todos los niveles del cuerpo humano, aunque nos centraremos en sus relaciones con la piel ya que, como veremos el término es muy amplio.
Los Fibroblastos son células principales en el tejido conectivo de los órganos del cuerpo, concretamente de las que trataremos hoy, se encuentran allí donde se produce el colágeno, la elastina y el ácido hialurónico, por explicarlo de un modo sencillo para que todas podamos comprender el concepto. Por ello, siempre se ha relacionado a los fibroblastos con el proceso de envejecimiento de la piel.
De hecho, se dice que son las principales células productoras de colágeno y elastina y que, gracias a éstas, la piel se mantiene con mayor firmeza y elasticidad. Recordemos en este sentido que el colágeno es un sistema de relleno y de soporte de la piel, mientras que la elastina es lo que da la elasticidad a la piel y el ácido hialurónico es aquello que produce naturalmente el relleno de las marcas de la piel como líneas finas o arrugas.
El fibroblasto también está involucrado en los procesos de cicatrización, ya que cuando se produce un daño tisular, se induce mitosis (proceso asociado a la división celular) de fibroblastos y se estimula la producción de, sobre todo, colágeno, que aísla el tejido y favorece su reparación.
A medida que pasa el tiempo y envejecemos, la acción de los fibroblastos se vuelve más lenta, se ralentiza, causando una disminución en esa producción de elastina y colágeno, lo que provoca, a su vez, que la piel pierda firmeza, ganando flácida, perdiendo tersura y marcando más las líneas finas de expresión y las arrugas.
En cada persona, el proceso de ralentización de la acción de los fibroblastos es diferente y depende de muchos factores como la genética, la edad, la situación hormonal, la nutrición que se siga o la exposición a los radicales libres, así como factores medioambientales como la radiación solar, la contaminación o el tabaquismo.
Hoy en día, se sabe que hay distintos tipos de fibroblastos en el cuerpo y que su forma va cambiando a lo largo del tiempo lo que afecta en su función. Por ejemplo, un estudio del Kings College de Londres de 2013 revelaba que al menos había dos tipos: aquellos de la capa superior de tejido conectivo, necesarias para la formación de los folículos pilosos, y las de la capa inferior, responsables de la fabricación de la mayoría de las fibras de colágeno de la piel y de la reparación de la piel dañada.
Además, como explican los profesores Ucero, Acosta y Montero en su estudio “Fibroblasto: célula fundamental en la salud y en la enfermedad periodontal”, estos fibroblastos “también son células que se activan e interactúan de una manera dinámica con las células inmunes, así como, con los microorganismos que infiltran y/o sus componentes”.
De hecho, según apunta su estudio son responsables de la producción y la degradación de la mayoría de los componentes de la Matriz ExtraCelular (MEC). Por ejemplo, en el caso de los dientes y problemas bucodentales, los fibroblastos combaten la bacteria iniciando procesos en el cuerpo como la propia inflamación en la zona.
El fibroblasto es una célula que se manipula con facilidad en el laboratorio, por lo que ha sido muy utilizada para fines científicos, por ejemplo el cultivo de fibroblastos es muy usado en la industria cosmética dado el tema que nos ocupa.
La industria cosmética utiliza el cultivo de fibroblastos en laboratorios para la lograr moléculas que puedan ser inyectadas en la piel. Por ejemplo, hay técnicas que extraen los fibroblastos del paciente de algún tejido del cuerpo como la oreja para cultivarlos en laboratorio e inyectarlos posteriormente en las zonas donde se necesite rellenar para reducir las arrugas.
En general, los fibroblastos se encargan de la síntesis y mantenimiento de la matriz extracelular y forma parte del tejido conjuntivo, junto con los condrocitos, los osteocitos, las células musculares lisas y los adipocitos.
Tienen gran capacidad para diferenciarse, dando lugar a otros tipos celulares más especializados del tejido. De hecho, el tejido conjuntivo y las células que lo forman varían según el órgano por lo que hoy sabemos que el fibroblasto es la célula más común y menos especializada, no por ello menos importante.
En este sentido cabe destacar una diferenciación de conceptos que a veces algunas personas confunden: fibroblasto y fibrocito. Se trata de dos estados diferentes dentro del mismo tipo celular, no tipos distintos como a veces se piensa. Siendo el fibroblasto el estado activo y el fibrocito el estado menos activo de la misma célula.