Mejorando la digestión: pesadez de estómago
En un mundo donde la rutina nos acelera y la alimentación cada vez tiene menor valor nutricional entre procesados y procesos de producción tan optimizados que los alimentos pierden propiedades, la pesadez estomacal o indigestión cada día es más común. Según distintas investigaciones, se estima que cerca de un tercio de la población sufre ocasionalmente esta molestia; afectando casi el doble a mujeres que a hombres.
La digestión es el proceso de transformación de los alimentos en nutrientes que se asimilan para alimentarnos y, así, aportar energía y vitalidad a cada célula de nuestro organismo. Cuando se produce una indigestión o una digestión pesada, da lugar a una sensación de malestar y pesadez en la parte superior del abdomen que puede aparecer incluso durante la propia comida y no solo después.
La pesadez de estómago puede tener su origen en varios factores, como comer demasiado deprisa o tomar alimentos que nuestro cuerpo no digiere adecuadamente. También se ve favorecido por el estrés, como en el caso del colón irritable. Por supuesto, si padeces alguna intolerancia o alergia a algún alimento, es lógico pensar que al ingerirlo tendrás más problemas que con otro tipo de dieta.
La importancia de masticar
El proceso digestivo comienza en la boca, donde masticamos los alimentos para conseguir un bolo. Este, circulará a lo largo de los 12 metros aproximados que recorre la comida desde que es ingerida hasta que se asimila por completo. Por ello, prestar atención a cómo masticamos y no solo a la velocidad que ingerimos los alimentos será clave para mantener a raya la pesadez de estómago.
Masticar bien los alimentos permite ayudar a esa descomposición de la pieza en elementos más pequeños. Además, masticar adecuadamente ayuda a hidratar con saliva lo que será el bolo alimenticio, permitiendo que circule más suavemente por nuestro aparato digestivo.
Por otro lado, seguramente has escuchado en más de una ocasión lo importante que es comer despacio. No solo se trata de conseguir que los alimentos se mastiquen adecuadamente; se trata de un aspecto biológico que se da, de hecho, en otras especies.
Comer con calma, clave de nutrientes
Cuando comemos deprisa o estando estresados, nuestro cuerpo determina que no es un momento óptimo para centrarse en obtener nutrientes, sino que se mantiene alerta para aportar la energía necesaria ante cualquier adversidad. Es el juego entre el sistema simpático (alerta, segrega adrenalina) y parasimpático (relajación) que, como ves tiene mucho peso en la digestión.
Así, cuando se activa el sistema simpático los músculos implicados en la digestión también se contraen al aumentar la tensión muscular. Se puede dar por sentimientos extremos como el estrés, la tristeza o la ira. Por su parte, el sistema parasimpático, al potenciar la relajación, ayuda a la circulación de la sangre (fundamental durante el proceso digestivo).
Por ello, comer despacio y de forma relajada ayuda a mejorar cómo aprovechamos los nutrientes consumidos y potencia que se realice una buena digestión que reduzca, por tanto, ese malestar en la digestión o indigestión.
Alimentos fáciles y difíciles de digerir
Como hemos comentado, cada alimento tiene una dificultad diferente para ser digerido por el organismo, llegando en algunos casos a desarrollarse incluso intolerancias hacia ciertos alimentos.
Así, los alimentos fritos, procesados o ricos en grasas suelen ser más complicados de digerir que otros. También es interesante saber que los refrescos con azúcar, algunos zumos cítricos (como la naranja o el pomelo) pueden contribuir a irritar el estómago y, por ende, a estresarlo y alterar su capacidad de trabajo.
Para combatir los ácidos muchas personas optan por incluir una rebanada de pan blanco en la dieta que ayuda a neutralizar los ácidos del estómago durante la comida, evitando que los jugos gástricos suban por el estómago. Los expertos también recomiendan incluir zumos de verduras y patatas para ayudar a controlar la acidez.
Hay muchos alimentos cuyo beneficio o no dependen de cómo se consuman. Por ejemplo, si el té negro se hace lentamente contiene taninos que ayudan a mantener una buena salud digestiva, protegiendo la mucosa gástrica, pero si se concentra demasiado o se infusiona muy rápido puede irritar tanto como el café.