¿Por qué se deshidrata la piel en otoño?
La deshidratación de la piel en Otoño es todo un clásico tras la vuelta a la rutina. De hecho, en general, otoño e invierno son los periodos de mayor deshidratación de la piel. El cambio de clima, con temperaturas bajando poco a poco, y la caída de las defensas tiene mucho que ver. La piel ya viene de estar castigada y con mayor deshidratación que en otros periodos del año tras el verano, por lo que en otoño comenzamos a notar consecuencias de los excesos como la aparición de manchas o el asentamiento de líneas finas y/o arrugas.
La deshidratación en la piel se produce cuando hay un desequilibrio en la epidermis provocado por la reducción de la cuota hídrica (nivel de humedad en la piel). No solo la piel se deshidrata porque se de una falta de agua, sino que las reservas de agua de la piel también se alteran.
Una alta deshidratación de forma prolongada en la piel acaba dando lugar a un envejecimiento prematuro causado por el deterioro de la función de barrera protectora natural de la piel; formada por muchos aspectos como agua, lípidos o la propia microbiota (ver qué es la microbiota).
¿Qué es una piel deshidratada?
Debemos tener claro que una piel deshidratada no implica que se trate de una piel seca. La piel seca posee una producción de sebo insuficiente de forma que carece de los lípidos necesarios para retener la cantidad de agua que necesita; mientras que la piel grasa posee una sobreproducción de sebo. De esta forma, podemos encontrar pieles secas, mixtas o combinadas con problemas de hidratación en la piel.
La piel deshidratada se da cuando la piel carece del agua necesaria para un correcto funcionamiento celular. Por ello, al hablar de deshidratación no solo hablaremos de incrementar el nivel de humedad, sino también de aumentar la capacidad de retención del agua en la dermis.
La confusión habitual viene porque se confunde la piel seca con la deshidratada debido a que muchos de sus síntomas son similares. Así, una piel deshidratada posee un tono apagado, falto de luminosidad, pueden aparecer grietas (como en el caso de los labios) y suele identificarse como una piel tirante e incómoda que se irrita con más facilidad de lo habitual. En cambio, la piel seca suele tener una textura áspera o descamada, también con alta sensibilidad.
Cambio de temperatura y deshidratación en la piel
Las bajas temperaturas causan deshidratación cutánea por la vasoconstricción de los capilares que provoca una renovación celular más lenta. Esto vuelve la piel más sensible y altera la barrera protectora natural de la piel.
Si a esto le sumamos calefacción o aires acondicionados que aumentan el cambio de temperatura brusco en la piel, terminamos por entender esa alteración en la hidratación. No en vano, el cambio brusco del frío al calor es perjudicial para la piel, aumentando la posibilidad de que aparezcan vasos dilatados y rojeces; entre otras afecciones.
Por otro lado, el frío también causa que la capa de células muertas que se acumula en la piel sea mayor y altere también la secreción de sebo que forma parte de esa barrera protectora natural de la piel. Al dificultar que llegue a la superficie de la piel, se altera la capacidad de lubricar y nutrir, de forma que la piel está más seca y sensible.
Además, la bajada de las temperaturas que se inicia en otoño, puede empeorar otras afecciones como la dermatitis seborreica, la dematitis atópica o la rosácea al incrementar la sensibilidad y alterar la barrera protectora de la piel.
Síntomas de la piel deshidratada
Seguramente a estas alturas no necesites que nadie te diga cuándo sientes la piel deshidratada. La falta de elasticidad da lugar a la aparición de arrugas y líneas de expresión debido al envejecimiento prematuro; seguramente lo primero que aprecies sea una falta de confort en la piel que puede llevar asociados picores y tiranteces. Por ello, es posible que en otoño se aprecie la piel más rugosa o menos suave.
El cambio de temperatura en otoño, también puede potenciar la descamación y sensibilidad de la piel, dando lugar a una piel más apagada que puede, incluso sufrir otras afecciones asociadas como brotes de acné. De hecho, muchas personas aprecian cómo en su piel comienzan a aparecer Miliums, un tipo de quiste que se da cuando las células de piel muerta, quedan atrapadas bajo la superficie de la piel, formando pequeños quistes duros.
La deshidratación descontrolada también puede provocar que la piel se contraiga y se vuelva frágil, de forma que se pueden llegar a producir grietas de la piel; especialmente en zonas delicadas o con muchos plieges como las manos, los labios o las plantas de los pies.
Recomendaciones para tratar la piel deshidratada
Para controlar la piel deshidratada, se debe trabajar la piel desde el interior mediante la dieta (frutas, ingesta de agua, etc.) y el exterior con una buena rutina de belleza y cuidados para combatir la sequedad en la piel.
Muchos expertos recuerdan que si bien hay que mantener la piel limpia, no es bueno el exceso, especialmente en otoño e invierno; recomendando utilizar jabones suaves para evitar mayor sensibilidad en la piel. Por ejemplo, los jabones más alcalinos pueden eliminar los lípidos naturales de la piel y, así, acabar por aumentar la deshidratación.
En este sentido, recuerda evitar cambios bruscos de temperatura también al seleccionar el agua de la ducha para no fomentar la deshidratación. Ten en cuenta que el agua muy caliente, alterará aún más tu barrera protectora, alterando los lípidos que permiten retener la humedad en la piel.
Del mismo modo, es recomendable hidratar la piel al menos un par de veces al día; algo sencillo si siguen una rutina de cuidado diario. Puedes reforzar tu barrera hidro-lipídica y tu hidratación mediante cremas y serums de uso diario, así como realizar una suave exfoliación semanal para evitar el cúmulo de células muertas que compliquen más la situación de la piel.
Así como algunos medicamentos pueden potenciar la sequedad en la piel, fumar también es un factor que puede incrementar la deshidratación por las toxinas, que causan una reducción del flujo de sangre y pueden ralentizar, aún más, el metabilismo general de la piel.